¿Qué es el Cenáculo?

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El Cenáculo es la oración característica del Movimiento Sacerdotal Mariano. María nos pide que hagamos cenáculos, pues, a través del acto de consagración hecho al final del mismo, entramos dentro de su Corazón Inmaculado, para prepararnos allí a recibir el Espíritu de Amor, el Espíritu Santo.

Recuerda la plegaria hecha con María en el Cenáculo de Jerusalén para prepararse a la venida del Espíritu Santo. Por este motivo llamamos a nuestra oración también Cenáculo: Hoy seguimos unidos con María en oración para pedir un nuevo Pentecostés que renueve la Iglesia, la humanidad, la Creación entera y a nosotros mismos.

El Tercer Compromiso de nuestro Movimiento es un gran amor por la Virgen María. Si de verdad queremos amarla debemos hacer nuestro su gran doloro hoy: Cúantos se han alejado de Dios y caminan por la senda de su perdición eterna. La Virgen María quiere interceder especialmente por ellos y nos pide a nosotros que le ayudemos a Ella en esta gran oración de intercesión para lograr que se salve el mayor número de sus hijos. La oración, regado de Dios Padre, para poder intercecder efecazmente por tantos pecadores, alejados de Dios, es el Cenáculo. Por ello la Virgen María nos pide constantemente : » Multiplicad los cenáculos»

El Cenáculo es una tarea imprescindible si queremos vivir la Consagración al Inmaculado Corazón de María. Crear nuevos Cenáculos y sostener los que ya existen es necesario para vivir esta espiritualidad que la Virgen María nos ha marcado.

Tantos conflictos a nivel personal y social, tanto abandono de Dios y como consecuencia de ello, una profunda crisis moral: aborto, divorcio, corrupción , individualismo, egoísmo, guerras, hambre... nos hacen dirigir nuestra mirada a lo alto. ¡La salvación nos vendrá sólo de Dios y nunca hemos estado tan lejos de Él!.

María, como Madre nuestra, ve que el mal más grande que nos puede acontecer es precisamente alejarnos de Dios. Ella quiere acercarnos a Él. Para ello nos reúne en oración como encuentro con nuestro Señor. Invoca con nosotros al Espíritu Santo para que en un Nuevo Pentecostés Él quite todo obstáculo en dicho encuentro.

Modalidades de Cenáculo

1. Cenáculos Regionales y Diocesanos.

Se desarrollan siempre de acuerdo con el Obispo del lugar, quien, o participa en ellos personalmente, o envía su beneplácito y bendición. Estos Cenáculos ofrecen a todos una ocasión envidiable para hacer la experiencia concreta de la oración en común y de la fraternidad vivida y sirven de gran ayuda a todos a superar dudas y dificultades y proseguir con valor en el difícil camino de la consagración.

Entre los Sacerdotes, que se han tomado la tarea de reunir a sus hermanos, se han elegido a los responsables del Movimiento, a nivel nacional, regional y diocesano. De los Responsables de cada nación se reciben informes bastante satisfactorios, que aseguran que los Cenáculos se están desarrollando más y más.

2. Cenáculos Familiares.

Son, hoy, particularmente providenciales ante la grave disgregación de la vida de familia. En ellos, una o más familias del Movimiento se reúnen en una misma casa: se reza el Rosario, se medita sobre la vida de consagración, se practica la fraternidad, comunicándose mutuamente problemas o dificultades, y se renueva siempre, unidos, el acto de entrega al Corazón Inmaculado de María.

Ya se ha comprobado que las familias cristianas son ayudadas por los Cenáculos familiares a vivir, hoy en día, como verdaderas comunidades de fe, de oración y de amor.

Finalidades de los Cenáculos

A imitación de los discípulos, que se reunieron con María en el Cenáculo de Jerusalén, nos unimos mediante el Cenáculo para:

1. Para orar con María.

Los Cenáculos deben ser ante todo encuentros de oración. Pero esta oración debe ser con María. Por este motivo, es una característica de todos los Cenáculos el rezo del Santo Rosario. Con él se invita a la Virgen a unirse a nuestra oración, se ora juntamente con Ella, mientras Ella misma va revelando a las almas el misterio de la vida de Jesús. «El Rosario que recitáis en los Cenáculos, secundando la urgente petición de vuestra Madre Celeste, es como una inmensa cadena de amor y de salvación, con la que podéis envolver a personas y situaciones y hasta influir sobre todos los acontecimientos de vuestro tiempo. Continuad recitándolo, multiplicad vuestros Cenáculos de oración» ( Mensaje del 7-octubre-1979).

2. Para vivir la consagración.

Durante los Cenáculos debemos ayudarnos mutuamente a vivir la consagración al
Corazón Inmaculado de María. He ahí el camino que debe seguirse: habituarnos al modo de ver, de sentir, de amar, de orar y de obrar de la Virgen.
Para esto nos debe ayudar la pausa de meditación que hacemos en los Cenáculos, porque hay otras o
portunidades y otros lugares para los «aggiornamenti» o programas de actualización que son también
indispensables para todos.
En general, esta pausa se dedica a la meditación comunitaria del libro del Movimiento. Por eso, es contrario al espíritu del Cenáculo pasar el tiempo escuchando doctas conferencias o a «aggiornamenti» -programas de actualización cultural-, de otra forma corremos el riesgo de alejarnos del clima de sencillez y familiaridad que hace tan fructuosos nuestros encuentros.

3. Para confraternizar.

Finalmente, en los Cenáculos se llama a todos a participar en la experiencia de una fraternidad auténtica. ¿Acaso no es una de las más bellas experiencias que siempre se nos ofrece en cada Cenáculo?. Cuanto más se ora y más espacio se deja a la acción de la Madre, tanto más sentimos crecer en nosotros el mutuo amor. «¿Por qué os quiero reunidos en Cenáculos Conmigo? Para ayudaros a amarse mutuamente y a vivir en la verdadera fraternidad, en compañía de la Madre. Hoy es necesario que mis Sacerdotes se conozcan, se ayuden, se amen de verdad, que sean como hermanos reunidos por la Madre. Hay demasiada soledad, hay demasiado abandono, hoy, para mis Sacerdotes. No os quiero solos; ayudaos, amaos, sentíos y sed verdaderamente todos hermanos»,(Mensaje del 17-enero-1974).
Para el peligro de la soledad, hoy tan particularmente sentida y peligrosa para los Sacerdotes, con grave riesgo de sus almas, he aquí el remedio ofrecido por Nuestra Señora: el Cenáculo, donde nos reunimos con Ella para poder conocernos, amarnos y ayudarnos como hermanos.

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