Declaraciones de diferentes Papas
Virgo veneranda.

Declaraciones de diferentes Papas acerca del Santo Rosario
León XIII (1878-1903)
¡Es
nuestro ardiente deseo que esta devoción retome por todas partes su
antiguo puesto de honor!. En la ciudad y en los pueblos, en las familiar
y en los lugares de trabajo, junto a las élites y entre los humildes,
sea el Rosrio amado y venerado como insigne divisa de la fe cristiana y
el auxilio más eficaz para obtener la misericordia divina.
Encíclica Iucunde semper, 8-9-1894.
San Pío X (1903-1914)
Volvamos,
además, a la intercesión potentísima de la Madre divina. Disponemos y
conirmamos cuanto Nuestro Predecesor ordenó sobre dedicar el presente
mes a la Virgen Augusta, con la recitación pública, en todas las
iglesias, del Santo Rosario.
Encíclica E Supremi Apostolatus, 4-10-1903
Benedicto XV (1914-1922)
No
obstante, Aquélla a quien la Iglesia tiene la costumbre de saludar como
"Madre de la Gracia y Madre de la Misericordia", se ha revelado siempre
como tal, sobre todo cuando se ha recurrido al Santo Rosario y, por
ello, los Romanos Pontífices no dejaron pasar ninguna ocasión de exaltar
con grandísimos elogios el Rosario de la Sntísima Virgen y de
enriquecerlo con los tesoros de la Indulgencia Apostólica.
Encíclica Fausto Appetente die, 29-6-1921
Pío XI (1922-1939)
El
Rosario es un arma potentísima para poner en fuga a los demonios [...].
El Rosario mariano, además, no sólo sirve especialmente para defenderse
de los enemigos de Dios y de la religión, sino que también aviva las
virtudes cristianas, las fomenta y pacifica los ánimos.
Encíclica Ingravescentibus malis, 29-9-1937
Pío XII (1939-1958)
En
vano, de hecho, se busca llevar remedio a las suertes vacilantes de la
vida civil, si la sociedad doméstica, principio y fundamente del
consorcio humano, no es diligentemente reconducida a las normas del
Evangelio. Para realizar un deber tan arduo, Nos afirmamos que la
recitación del Santo Rosario en familia es el medio más eficaz [...]. No
dudamos, pues, en afirmar de nuevo públicamente que es grande la
esperanza colocada por Nos en el Rosario de Nuestra Señora, para sanar
los males que afligen nuestros tiempos.
Encíclica Ingruentium malorum, 15-9-1951
Juan XXIII (1958-1963)
El
Rosario, como ejercicio de devoción cristiana entre los fieles del rito
latino [...] toma su lugar, para los eclesiásticos, después de la Santa
Misa y el Breviario, y, para los seglares, después de la participación
en los Sacramentos.
Carta Apostólica Il religioso convegno, 29-9-1961
Pablo VI (1963-1978)
No
dejéis de inculcar con todo cuidado la práctica del Santo Rosario, la
oración tan querida por la Virgen Madre de Dios y tan recomendada por
los Romanos Pontífices, por medio de la cual los fieles están en
condiciones de poner en práctica, de la manera más suave y eficaz, el
mandato del Divino Maestro: Pedid y se os dará; buscad y encontraréis;
golpead y se os abrirá.
Encíclica Mense maio, 29-4-1965
No hay
duda - declaró - que después de la celebración de la Liturgia de las
Horas, el punto culmen que la oración en familia debe de alcanzar es el
Rosario, que deberá ser considerado como una de las mejores y más
eficaces oraciones en común que la familia Cristiana está invitada a
recitar.
Exhortación Apostólica en 1974, Marialis Cultus, 54
Juan Pablo II (1978-2005)
El
Rosario lentamente recitado y meditado - en familia, en comunidad,
personalmente - os hará penetrar poco a poco en los sentimientos de
Cristo y de su Madre, evocando todos los acontecimientos que son la
llave de nuestra salvación.
Homilía durante la Misa en Kisangani, 6-5-1980
Otras declaraciones del Santo Padre:
"El Rosario es al mismo tiempo una oración sencilla y teológicamente rica en contenidos bíblicos".
"El
Rosario propone a todos los fieles cómo se acoge, se guarda y se vive
cada palabra y acontecimiento de Dios, en el camino todavía en marcha de
la salvación del mundo".
"La plegaria del Rosario es oración del
hombre en favor del hombre: es la oración de la solidaridad humana, que
refleja el espíritu y las intenciones de la primera redimida: María".
"El Rosario es mi oración predilecta: a todos exhorto a que lo recéis".